Consumir & Crear
Consumir & Crear

Consumir & Crear

Consumir & Crear

A principios del 2022 colapsé. Mi cerebro se negó a seguir trabajando, a seguir consumiendo información. Si has vivido un burnout, sabes de lo que hablo: es querer avanzar, procesar, ejecutar, entregar, igual como lo estabas haciendo hace unos días, pero no. La olla a presión ya no da más. Se siente como tener la cabeza rodeada de piedra dura, negra y densa que no cede, mientras que de tu cerebro sale humo. Es sentirse afiebrada, pero sin que un termómetro lo pueda reflejar. Las conexiones neuronales totalmente erosionadas, fatigadas.

Si bien el colapso me golpeó como un camión que viene por tu lado ciego, claramente esto no se desarrolló de un día para otro. Lo sentí venir unos días (¿o quizás semanas?) antes, pero las señales eran tenues, se escondían cuando las quería identificar, detrás de mí, nunca de frente. No me fue posible prevenirlo, pararlo a tiempo. El año anterior había tenido señales similares, pero las ignoré, descansé un poco y seguí. Sin embargo, esta vez no fue tan fácil. ¡Qué digo, no fue fácil para nada! Tuve que parar. Pararlo TODO.

Han pasado unos meses y luego de hacer bastante introspección, descansar y buscar ayuda para procesar lo que ocurrió, ayer, mientras daba un largo paseo, me di cuenta de uno de los factores que más contribuyó a mi saturación: viví aproximadamente dos años consumiendo información. Esto en sí no es tan distinto a lo que la mayoría de las personas vivió durante la pandemia, ya que todo se volvió digital y los cursos online estaban a la orden del día. El tema fue que yo me desequilibré.

Me saturé. Ya no puedo escuchar podcasts, cursos, webinars, libros, etc., de la misma forma que lo hice. Abusé de mí, fui compulsiva, no había descanso, siempre tenía ruido. ¿Y qué ocurre cuando hay tanto ruido? Te vuelves sorda a tu voz interior, a tu intuición. Como alguna vez escuché por ahí “la intuición no grita; susurra.” Eso para mí es cierto, pero nos olvidamos de algo: el cuerpo está íntimamente conectado a esa voz. Si no nos escuchamos, el cuerpo hablará fuerte y claro. Así fue para mí.

Hoy veo que sólo puedo consumir información si hay una salida. Si funciono como un tubo en vez de una olla. Y en este momento esa salida es crear. Pinto, escribo, cocino, diseño, cultivo. Lo hago de forma diaria como una manera de hacer espacio. Transmutar. Lo que entra lo puedo acoger porque ahora también algo sale de mí. Se transforma en algo tangible. Ya no es abstracto, es concreto. Y me hace enormemente feliz, como cuando era niña.

También tomé consciencia del ritmo que es más saludable para mí. Si bien puedo ser impaciente y acelerada, para consumir y crear necesito tiempo. O, mejor dicho, sin la presión del tiempo. Permitir pausas, disfrutar, ver cómo va formándose poco a poco, orgánicamente, me genera mucha satisfacción. Es amigarme con la paciencia, algo que siempre pensé era difícil para mí. Pero veo lo mucho que me ayuda el tenerla de mi lado, el darle espacio, porque no funciono a la velocidad que va el mundo. Y el bajarme de ese tren, el dejar de exigirme y obligarme a seguirlo, ha sido fundamental en mi proceso de sanación.

Y tú, ¿has vivido algo similar? ¿Qué te ayudó? Si quieres, me cuentas.

PD: En mi sección de libros te cuento cómo “El Camino del Artista” de Julia Cameron fue lo único que pude digerir durante las primeras semanas de mi time-out. Si te interesa, te invito a pasar por ahí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Aviso legal: La información presentada en este sitio es sólo para fines informativos y de entretenimiento. El uso no autorizado y/o la duplicación de este material sin el permiso expreso y por escrito del autor y/o propietario de este sitio está estrictamente prohibido. Se pueden utilizar extractos y enlaces, siempre y cuando se dé crédito completo y claro a Pilardeagua.com con una dirección apropiada y específica al contenido original.